Histórico

La revolución verde dio inicio a un modelo de producción basado en los monocultivos y el uso de semillas mejoradas, creando la necesidad de la aplicación de productos químicos, donde destaca el uso de herbicidas para la erradicación de arvenses en los cultivos. Lo anterior, en contraposición con las prácticas y conocimientos ancestrales provenientes de comunidades campesinas e indígenas mexicanas.

En la actualidad, es posible afirmar que los agroinsumos químicos, como lo es el glifosato, se acompañan de efectos tóxicos en los cultivos, los suelos y cuerpos de agua, extendiendo su impacto a la salud vegetal, animal y humana. Adicionalmente, su uso ha puesto en riesgo la riqueza biológica y cultural en México.

Así, con el objetivo de alcanzar la autosuficiencia y la soberanía alimentaria, el gobierno de México promueve las políticas públicas orientadas a establecer una producción agrícola sostenible y culturalmente adecuada, mediante el uso de prácticas e insumos agroecológicos que resulten seguros para la salud humana, la diversidad biocultural del país y el ambiente, así como congruentes con las tradiciones agrícolas de México; resaltando la importancia de conservar las especies de las cuales México es centro de origen.